Y vos, ¿cómo andás de utopía(s)?, pregunta Mario sin inmutarse
A MANUELA ROCA BENEDITO, por todo
Emilio Rucandio Palomar
1.Introducción: ¿Por qué cantamos?
La finalidad de este trabajo es doble: por una parte, ver cómo Mario Benedetti ha mantenido siempre, con sus hechos y con su escritura una actitud ética ejemplar para ayudar a hacer efectivo el lema de “otro mundo es posible”; por otra parte, intentar acercar al lector a la obra del autor uruguayo.
Si, como apunta Benedetti, el siglo siglo XX, en muchos momentos, ha sido desastroso, en lo colectivo (“bloqueo / alzheimer / hiroshima/ otan / sida/no fue un buen siglo”, tal como se lee en Rincón de haikus (1999), y con luces y sombras en lo personal, como se dice en VICEVERSA (1) (“o sea / resumiendo / estoy jodido / y radiante / quizás más lo primero / que lo segundo / y también / viceversa”, de Poemas de otros (1973-1974), en la sección Los personajes. Si uno no sabe si viene o si va o si anda al garete (“no sé si vengo / tampoco sé si voy / ando al garete”), desorientación expresada en el haiku 147 de Rincón de haikus (1999), entonces, ¿por qué cantamos? A estas situaciones por las que pasa el ser humano se refieren poemas como POR QUÉ CANTAMOS, de Cotidianas (1978-1979, sección “Retratos y canciones”), ESTADOS DE ÁNIMO ( Poemas de otros, 1973-1974, en el apartado “Canciones de amor y desamor” y CHAU PESIMISMO (Preguntas al azar, 1986, en el conjunto de “País después), que nos indican que los estados de ánimo cambian y, a veces, nos invade el pesimismo, pero también se nos sugiere que podemos decirle “chau”, pues, a pesar de todo, hay múltiples motivos para cantar. “¿Por qué cantamos?”, se pregunta insistentemente el autor de La tregua (1960). Estas son algunas de sus respuestas:
Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil
usted preguntará por qué cantamos
si nuestros bravos quedan sin abrazo
la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
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antes aún que explote la vergüenza
usted preguntará por qué cantamos
si estamos lejos como un horizonte
si allá quedaron árboles y cielos
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro
usted preguntará por qué cantamos
cantamos porque el río está sonando
y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino
cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos
cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta
cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.
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Estos versos de Benedetti me hacen recordar al cantante vasco Benito Lertxundi, quien en su hermosa canción “Zergatik utzi kantatzeari” se niega firmemente a dejar de cantar porque Si el amor es señor del cielo y de la tierra, / ¿cómo voy a dejar de cantar? (“Zergatik utzi behar ote diot, / zergatik utzi kantatzeari?”) Y si todavía queremos aportar otra causa para explicarnos el porqué de nuestros cantos, a pesar de los sinsabores de la existencia, podríamos leer los versos del escritor vasco Bernardo Atxaga (2), que insiste en que la vida es más que la simple suma de sus componentes parciales. Por eso, la crueldad de quien se la quita a los demás supone el quitarles todo:
Ez andre hori edo gizon hura
berlarrira xuxularka ari zaiguna
ez gurasoak, ez semealabak,
ez anaiarreba edo lagunak ere,
lehengoak eta betokoak.
Ez hori bakarrik bizitza.
Bizitza bizitza da.
(Traducido: No es esa mujer o ese hombre / que nos susurra al oído, / tampoco los padres o los hijos, / los hermanos o los amigos, / de ahora o de siempre. No es eso la vida. / La vida es la vida. / La vida es la vida. / Y es lo más grande: / el que la quita / lo quita todo.)
Por eso cantamos: porque la vida es la vida y nadie nos la puede quitar, ni nadie nos puede robar el canto (“porque no podemos ni queremos / dejar que la canción se haga ceniza”, a pesar de que este mundo no sea un paraíso).
2. Conciencia crítica, rebelión solidaria y utopía(s)
Hemos construido (o destruido) el mundo tan mal que Jorge Riechmann (3), poeta, filósofo, activista social, etc., no duda en afirmar que: “No luchamos por el advenimiento de la utopía; luchamos para impedir un desenlace catastrófico” y, también: “Puesto que vivimos de milagro, dame un beso”. Parece, pues, que no todo está definitivamente perdido, pero el tiempo corre y, más que pasa, pesa y “nos pasa”.
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Benedetti, que es consciente de que la responsabilidad de que el mundo esté mal hecho corresponde al ser humano, nunca ha regalado los oídos de nadie, ni ha permanecido callado ante cualquier tipo de injusticia social, ni ha sido, precisamente, un hombre hipócrita (4), ni políticamente correcto a costa de no decir la verdad, pues, cuando escribe, piensa con su propia cabeza y siente con su propio corazón, como diría Galeano, aunque esta coherencia le haya causado problemas (censura, persecución, exilio…). Esta actitud él la manifiesta con toda claridad en el poema SOY UN CASO PERDIDO, que da título a todo un conjunto de poemas (5), y forma parte de su libro Cotidianas, 1978-1979. Se trata de un poema en el que con su sutil humor e ironía explica que no se puede ser neutral, ni imparcial cuando, por ejemplo, las dictaduras han encarcelado, torturado, asesinado, deportado y obligado a marchar al exilio a quienes se han opuesto a ellas, ni cuando el ejército asesina a estudiantes, ni cuando el golpista Pinochet traicionó al gobierno democrático de Salvador Allende y bombardeó el Palacio de la Moneda, ni cuando Estados Unidos decidió el bloqueo de Cuba, ni cuando hay países opresores (imperialistas, el Norte) y oprimidos (el Sur), ni cuando hay torturados y torturadores, víctimas y victimarios, etc. Es, dice, un parcial sin remedio, incluso, cuando los temas de sus escritos no sean los anteriores, sino cualquier otro. Pero dejemos hablar al “aguafiestas” (6) en el poema mencionado más arriba:
Por fin un crítico sagaz reveló
(ya sabía yo que iban a descubrirlo)
que en mis cuentos soy parcial
y tangencialmente me exhorta
a que asuma la neutralidad
como cualquier intelectual que se respete
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Creo que tiene razón
soy parcial
de esto no cabe duda
más aún yo diría
que un parcial irrescatable
caso perdido en fin
ya que por más esfuerzos que haga
nunca podré llegar a ser neutral
en varios países de este continente
especialistas destacados
han hecho lo posible y lo imposible
para curarme de la parcialidad
por ejemplo en la biblioteca nacional de mi país
ordenaron el expurgo parcial
de mis libros parciales
en argentina me dieron cuarenta y ocho horas
(y si no me mataban) para que me fuera
con mi parcialidad a cuestas
por último en perú incomunicaron mi parcialidad
y a mí me deportaron
(…)
después de todo y a partir
de mis confesadas limitaciones
debo reconocer que a esos pocos neutrales
les tengo cierta admiración
o mejor les reservo cierto asombro
ya que en realidad se precisa un temple de acero
para mantenerse neutral ante episodios como
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girón
tlatelolco
trelew
pando
la moneda
(…)
de manera que
como parece que no tengo remedio
y estoy definitivamente perdido
para la fructuosa neutralidad
lo más probable es que siga escribiendo
cuentos no neutrales
y poemas y ensayos y canciones y novelas
no neutrales
pero advierto que será así
aunque no traten de torturas y cárceles
u otros tópicos que al parecer
resultan insoportables a los neutros
será así aunque traten de mariposas y nubes
y duendes y pescaditos.
Tras esta exigente e inteligente defensa de una ética y de una estética, de un modo de ser persona-escritor, se advierte toda la indignación y la rabia del autor de La borra del café (1992) contra el neoliberalismo y los “intelectuales” que lo defienden, que lo que hacen es establecer y justificar cada vez más desigualdades de todo tipo en la llamada sociedad del bienestar, a la vez que el escritor urugayo defiende la necesidad de denunciar el horror de cada día en diferentes lugares del mundo, así como a quienes tienen su cuota de responsabilidad. No se puede ser feliz si el ser humano propicia situaciones de dolor y de injusticia en los mismos seres humanos. En DESPABÍLATE AMOR (El olvido está lleno de memoria, 1995, en la sección
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titulada “El amor es un centro”), el hablante lírico / yo lírico se dirige a su compañera, mediante el imperativo, para que no dé la espalda a una cotidiana realidad infernal:
buenos días good mornig despabílate
en los ordenadores de la abuela onu
no caben más cadáveres de ruanda
los fundamentalistas degüellan a extranjeros
predica el papa contra los condones
havelange estrangula a maradona
despabílate amor
que el horror amanece
También arremete contra quienes, en nombre de la paz, hacen la guerra y les exige que no vengan a liberarnos, ni a salvarnos, ya que no necesitamos de ”mesías” que decidan por nosotros, pues siempre determinan hacer lo que conviene al sistema establecido por ellos. Además, dice, cada vez que intervienen en nombre de las paz provocan una guerra. Sirva de ejemplo ODA A LA PACIFICACIÓN (Letras de emergencia, 1969-1973, en el apartado titulado “Tres odas provisorias”). Pobrecitos, vienen a decir los “pacificadores”, si es que la gente no nos entiende, es tan rara, si todo lo hacemos por su bien…:
cuando los pacificadores apuntan por supuesto tiran a pacificar
y a veces hasta pacifican dos pájaros de un tiro
es claro que siempre hay algún necio que se niega a
ser pacificado por la espalda
o algún estúpido que resiste la pacificación a fuego lento
en realidad somos un país tan peculiar
que quien pacifique a los pacificadores buen pacificador será.
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“Pacificadores” que invaden países para imponerles su democracia, imperialista, por supuesto. Yanquis a los que menciona en el poema SER Y ESTAR (Letras de emergencia, 1969-1973, en la sección titulada “Versos para rumiar”), texto en el que Benedetti hace un uso magistral de dichos verbos y explica sus diferencias con tal sentido del humor, que podría servirnos a los profesores de Lengua para que el alumnado no se aburriera cuando habláramos de esta cuestión gramatical y semántica. Estos seres humanos, hombres y mujeres, que son incapaces de diferenciar el “ser” del “estar”, participan de un modelo de vida superficial, pues apuestan por el arquetipo de vida americano, un prototipo de vida basado en la ausencia de reflexión, en el consumo y en la acumulación de poder, sin saber, o sin querer encontrar el camino de otro paradigma vital que ofrezca unos valores, más allá de los meramente materiales del capitalismo del mundo globalizado, que no son nada más que pura fachada, pura apariencia:
Oh marine
oh boy
una de tus dificultades consiste en que no sabes
distinguir el ser del estar
para ti todo es to be
así que probemos a aclarar las cosas
por ejemplo
una mujer es buena
cuando entona desafinadamente los salmos
y cada dos años cambia el refrigerador
y envía mensualmente su perro al analista
y sólo enfrenta el sexo los sábados de noche
en cambio una mujer está buena
cuando la miras y pones los perplejos ojos en blanco
y la imaginas y la imaginas y la imaginas
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y hasta crees que tomando un Martini te vendrá el coraje
pero ni así
por ejemplo
un hombre es listo
cuando obtiene millones por teléfono
y evade la conciencia y los impuestos
y abre una buena póliza de seguros
a cobrar cuando llegue a sus setenta
y sea el momento de viajar en excursión a capri y a parís
y consiga violar a la gioconda en pleno louvre
con la vertiginosa polaroid
en cambio
un hombre está listo
cuando ustedes
oh marine
oh boy
aparecen en el horizonte
para inyectarle democracia.
Por consiguiente, Benedetti trata desenmascarar, con el uso de la ironía, a los hipócritas. Y es que Mario desprecia a los “fallutos”, que tanto abundan en la sociedad de la apariencia, a los proxenetas de las palabras, a las que prostituyen, ya que son ensuciadas cuando ellos las pronuncian, porque sus obras contradicen su significado, significado de palabras tan necesarias de no ser traicionadas como, por ejemplo, “revolución” o “democracia”. Tal vez, la hipocresía es una de las actitudes que más molesta al autor de El país de la cola de paja (1960), sobre todo, si con ella se quiere proponer un mundo sin imaginación, sin libertad, etc., es decir, muy ramplón, como diría don Miguel de Unamuno. Por eso, Mario Benedetti no solo está preocupado por la globalización económica, sino también, y muchísimo, por la globalización de la hipocresía. La repugnancia que le suscitan los hipócritas es un
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motivo recurrente en la obra de Mario. Dos ejemplos: en Memoria y esperanza: un mensaje a los jóvenes (2004), dedica un capítulo a la hipocresía, del que voy a transcribir algunos párrafos. Benedetti, con 83 años, confía en los jóvenes, savia nueva, para construir un mundo más sincero, pero les avisa de que no se dejen engañar por las trampas que les tiende este mundo de la globalización de la hipocresía (7):
Hay un flagelo que, a través de las siglas y de los siglos, ha infectado el género humano. Me refiero a la hipocresía. Por lo general, ese colmo de dobleces, esa falsedad profesional, no logra afectar a la infancia. Gracias a su inocencia, el niño la desenmascara, casi diría que con alegría.
El adolescente en cambio es una víctima más propicia. La hipocresía fabrica seducciones, propone metas imposibles, y la inmadura credulidad del joven no es capaz de analizar si el objetivo es viable. Los psicólogos que el poder conchaba son profesionales de la hipocresía. Ya tengan títulos universitarios o sean meros aficionados, conocen perfectamente dónde están los puntos débiles de su candidato, qué puertas de su intimidad carecen de cerraduras, cómo y dónde pueden depositar su semilla de engaños, su añagaza.
Sin ir más lejos, la globalización es una obra maestra de la hipocresía. El poder usa sus máscaras, que a veces divierten a los jóvenes, pero también suelen convencerlos de que viven en otro mundo, en otra circunstancia.
La hipocresía se ha convertido en un estilo internacional. Cuando los gobernantes se reúnen, con programas en apariencia transcendentales, el resultado suele ser un comunicado en varios volúmenes, donde se evita mencionar los problemas urgentes, y están inevitablemente unidos por la hipocresía. Lo curioso es que tanto los vencedores como los vencidos participan de esa falsedad. Por razones obvias, los jóvenes no integran ninguno de ambos bandos y son meros testigos de esa doblez.
Otro ejemplo, el segundo, del menosprecio que siente Mario Benedetti por la “fallutería” queda reflejado en MADRE HIPOCRESÍA, de La vida ese paréntesis, 1998, en el apartado “Papel mojado”. Por lo tanto, ya en 1998, Benedetti avisa de los peligros de la hipocresía, que al vertebrar todo el sistema social , puede, y a veces logra, seducir con sus encantos embaucadores (sonidos, música, discursos) y consigue añadir más dolor y más vacío a la penosa situación humana de “los nadies”, de los “invisibles”, de los depredados por la dictadura del mercado. Pero cuando la embaucadora hipocresía es desenmascarada, no queda absolutamente nada de ella, porque es pura apariencia, simple engaño:
La madre hipocresía desembarcó en el patio
vino con sus hijitos y su proyecto rosa
vibraba como arpa / narraba como quena
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gemía como viento / cantaba como grillo
la madre hipocresía cambiaba los pregones
nos hacía confiar en las marcas del cielo
decía el cautivante discurso del nordeste
con la humilde y sabrosa entonación del sur
sin embargo una noche la madre hipocresía
llegó desprevenida y la esperamos todos
como sobrevivientes recién desenjaulados
con la oscura mochila vacía de tabúes
la miramos sin lástima los ojos de tiniebla
la piel y los tobillos / los labios y la historia
y se fue disolviendo / disolviendo / y quedó
tan solo en un montoncito de roña y cenizas.
Por el contrario, el Che representaba para Mario todo lo contrario del hipócrita: la sinceridad, la creencia en unos ideales, el compromiso revolucionario… Para el escritor de El cumpleaños de Juan Ángel (1971), el revolucionario argentino sacrificó su vida por amor a los demás, ya que sin amor no es posible una revolución. Por eso, el Che fue, ha sido y es, alguien importante para el mundo, alguien admirado y reconocido, pero fue asesinado porque era demasiado peligroso para quienes defendían sus intereses personales y tenían sometida la voluntad del pueblo. Pero quienes detentaban el poder que, mediante las acciones de Ernesto, podía cuestionarse, tambalearse y caerse no estaban dispuestos a permitírselo, pues además contaban con el apoyo de los Estados Unidos. La figura del Che aparece en varias ocasiones, incluso en un mismo libro (8) y en diferentes géneros (lírica, narrativa ensayo, por ejemplo). Un ejemplo de esto es el poema CONSTERNADOS, RABIOSOS, fechado en octubre de 1967, que está recogido en A ras de sueño (1967). En él, Mario Benedetti manifiesta su desamparo ante la muerte del Che, así como su rabia, pero también su respeto y su admiración. Por ello, no es de extrañar que en su novela
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Primavera con una esquina rota (1982) nos confiese, a través de Don Rafael (un exiliado, padre de un encarcelado por la dictadura militar uruguaya) que las dos ocasiones en las que con más intensidad lloró fueron cuando los militares uruguayos perdieron el plebiscito y su país recuperó la democracia (lágrimas de alegría) y cuando conoció la muerte del Che, en 1967 (consternación y rabia):
Pero a las tres de la madrugada me desperté y tuve la corazonada de encender la onda corta. Y la noticia vino entremezclada con mi sueño (…) y el NO había arrollado la propuesta de los milicos, y sólo cuando me convencí de que eso no era una postdata de mi sueño, sino un motivo real, sólo entonces salté de la cama y grité como si estuviera en el Estadio (9) y de pronto me di cuenta de que estaba llorando sin ninguna vergüenza y hasta con sollozos y que ese llanto no era cursi ni ridículo y me sorprendí tanto de mi propio estallido que quise recordar cuándo había llorado por última vez y tuve que retroceder hasta octubre del 67, en Montevideo, también solo y de noche, cuando otra onda había pormenorizado la tristeza informativa de Fidel sobre la muerte del Che (10).
Si tan importante fue el Che para Benedetti, es fácil entender que nos ponga en guardia contra el capitalismo, que no duda en manipular al nuevo quijote del siglo XX y transformarlo “en pieza de consumo”, y nos recuerde esos ojos del Che ya muerto, que miran “asombrados” de que todo su esfuerzo por conseguir un mundo y un ser humano nuevos (su utopía), tal vez no se haya entendido y, por eso, el escritor uruguayo lo evoca treinta años después, en 1997, como el hombre perseverante en su lucha por la conquista de un mundo más justo, porque, y esto es importante recalcarlo, como verdadero revolucionario que era, lo que le impulsaba a actuar era su amor hacia quienes sufrían las injusticias en cualquier lugar del mundo (11), tal como se puede observar en estos versos del poema CHE 1997, que forman parte del libro La vida ese paréntesis (1998), en el apartado “Papel mojado”:
Sin embargo los ojos incerrables del che
miran como si no pudieran mirar
asombrados tal vez de que el mundo no entienda
que treinta años después sigue bregando
dulce y tenaz por la dicha del hombre.
Ese mundo utópico (“la dicha del hombre”), que se puede ir construyendo, a la vez que se derriba el establecido, para Benedetti no es un horizonte
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lejano inalcanzable, sino un mundo vinculado con lo cercano y realmente existente (por ejemplo el amor), con lo cual la Utopía es algo que hay que realizar y descubrir mientras vamos viviendo, mientras vamos caminando. Más que de Utopía habría que hablar de utopías modestas, pero críticas, coincidiendo, de esta forma, con lo que piensa su amigo Eduardo Galeano sobre la Utopía. UTOPÍAS se titula el siguiente poema de las Soledades de Babel (1991), incluido en la sección “Praxis del fulano”, pleno de frescura y complicidad, en el que sin caer en la ingenuidad, se reivindica la posibilidad de la utopía en el camino que se va haciendo por el sendero temporal de nuestra existencia y en los logros que se vayan consiguiendo durante el trayecto, aunque dejando claro, por supuesto, que el utópico, precisamente por serlo, es consciente tanto de que vive en un presente que no le satisface en absoluto como de que la existencia tiene un final ineludible. Debido a esto, lo importante es ir creando espacios de felicidad y no tanto pensar en llegar a la meta, donde estaría la Felicidad. Este tema que puede presentarse de una forma solemne y seria, Benedetti lo puede mostrar de una manera coloquial y con personajes nada habituales en la poesía, como cuando el “fulano” le dice a su “mengana”:
cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías
cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza
cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea
cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada
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cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo / mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro
cómo voy a creer / dijo el fulano
que la utopía ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía
Por consiguiente, más que Utopía, hay “utopías” y entre ellas, le dice el “fulano” a la “mengana”, “vos sos mi utopía”. Además, si, en lugar de tener religiones que discriminan a las mujeres, hubiera otras en las que la mujer no quedara relegada ni subordinada al hombre, es más, si dios-Dios fuera una mujer, formaría parte de las utopías hasta tal punto que tendría más seguidores/as, ya que la mujer está asociada a lo positivo (la capacidad para unir lo dispar, lo entrañable, la belleza concreta, la cercanía, lo acogedor, lo saludable, lo vital…), mientras que las religiones que dominan el mundo tienen sus dioses, sus fanáticos fieles, son fundamentalistas, defienden la guerra santa, son machistas, crueles, etc. Si dios o Dios fuera una mujer, con toda seguridad, la “gente de orden”, a quienes Joan Manuel Serrat presenta como los “macarras de la moral”(12) se escandalizarían, porque ellos son los que deciden qué es pecado, quién posee la verdad, qué costumbres han de ser admitidas y cuáles han de
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ser perseguidas y desterradas. A esta contraposición entre lo establecido y la disidencia se refiere Benedetti, en su poema SI DIOS FUERA MUJER (vid. El olvido está lleno de memoria, 1995, en la sección RECREACIONES), que, a la vez que un homenaje a la mujer, cuestiona convencionalismos religiosos y sociales que se nos presentan como indiscutibles, frente a los cuales Benedetti expresa su deseo de cambiarlos (utopía, “muy lindo”), aunque sabe que habrá que luchar contra un sistema reaccionario y dominante, en el que la mujer está claramente sojuzgada, porque la sociedad ha fomentado durante siglos el machismo y, por lo tanto, la desigualdad de género.
si dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos sida o pánico
nos contagiaría su inmortalidad
(…)
ay dios mío dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería
qué venturosa espléndida imposible
prodigiosa blasfemia.
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